domingo, 27 de junio de 2010

Capítulo 2: El comienzo

Mientras Pedro preparaba unas tostadas con mermelada de arándanos, Luz se preguntaba cómo sabía ese extraño que ésa era su mermelada favorita. ¿Quién era? ¿Qué hacía en su casa? Y, lo más importante, ¿qué era eso tan importante que tenía que explicarle?

Pedro terminó el desayuno, se sentó en la silla de enfrente de Luz y la miró.
Luz sintió un extraño sentimiento. Se sentía cómoda, segura y de alguna manera conocía a ese apuesto hombre de ojos castaños y grandes, pero en realidad, no recordaba quién era. Sintió algo así como una llamarada de fuego recorriéndole el cuerpo, desde el dedo meñique del pie hasta el último cabello de su cabeza. Sentía ganas de poseerlo, de sentir que era solamente suyo, de recorrer su piel hasta llegar a su cuello...

- Bien -comenzó Pedro-. Creo que te debo una explicación o más bien recordarte qué hago aquí y quién soy, porque por lo que veo, no recuerdas nada.
- Cierto. Explícame pronto todo este lío porque creo que de un momento a otro.
- De acuerdo. Dime, ¿qué es lo último que recuerdas?
- Mm, creo que la fiesta de mi mejor amiga Ali. Recuerdo entrar a la fiesta, iba disfrazada de camarera y busqué caras conocidas pero no recuerdo más... Luego... sí, ya sé. Luego recuerdo llegar a casa, alguien me traía en brazos, pero creo que el alcohol me había dejado inconsciente.- respondió Luz, avergonzada de que una vez más el alcohol hubiera ganado la partida. Había acordado consigo misma no beber más desde la última vez, desde el accidente...
- Vale, pues creo que te has quedado en la primera mitad de la obra- respondió Pedro riéndose a carcajadas.
- Me parece que tengo derecho a una explicación. Estoy muy cansada, tengo sueño, me duele el cuerpo y tú no haces más que reírte de mi amnesia. Por favor, he aceptado no matarte a cambio de entender qué pasa. - contestó irritada Luz. Mientras lo hacía rodeó la cocina con la mirada. Estaba terriblemente limpia, algo inusual en su casa. Su mirada llegó hasta el calendario. - ¿Qué día es hoy?
- Jueves 23, ¿por qué?- preguntó Pedro contrariado.
- ¿Jueves? ¿Estás seguro?
- Mm, sí...- Pedro sopesó las palabras de Luz e intentó adivinar qué pasaría cuándo ella descubriera el tiempo que había estado inconsciente.
- ¡Imposible! ¡La fiesta fue el sábado y me acabo de despertar! ¡Pedro, ¿qué está pasando aquí?! -Luz se alteró, agarró un cuchillo y saltó 2 metros de la silla, casi empotrándose con la pared de la entrada. Asustada, miró a Pedro.

Pedro se levantó de la silla, recorrió el tramo que les separaba y la abrazó, tan rápido que de no haberle seguido con la vista, Luz se habría perdido la mitad de los movimientos.

- Antes de nada, quiero que abras tu mente, Luz. Lo que te ha pasado es algo místico, algo con lo que cualquier persona se volvería majareta. Prométeme que me creerás.

Luz, asustada por su movimiento y el de Pedro, asintió levemente con la cabeza, sin ser consciente de que ni siquiera había prestado atención a lo que le había dicho Pedro.

- Perfecto, sentémonos de nuevo. Hay mucho que tienes que saber sobre lo que te has convertido.

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